El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, también conocido como TDAH se caracteriza por ser un trastorno del neurodesarrollo, con una base genética pronunciada y una alta tendencia a ser heredado. Este trastorno suele interferir en el desempeño diario de la persona afectada en diversos entornos, tales como la escuela, el trabajo o las relaciones personales, este involucra una interacción compleja de factores neuropsicológicos que resultan en dificultades para mantener la atención, reflejándose en los niños, en impulsividad y una actividad motora excesiva. Los síntomas del TDAH suelen manifestarse desde la infancia temprana y tienden a persistir a lo largo del tiempo. Estos síntomas son crónicos y no pueden ser atribuidos a deficiencias neurológicas significativas, ni a problemas sensoriales, motores, del habla, retraso mental o trastornos emocionales graves.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) representa un desafío significativo, especialmente en el entorno escolar, debido a cómo afecta el logro de los objetivos educativos de los niños que lo experimentan. Durante la etapa escolar, se evidencia la dificultad de los niños hiperactivos para cumplir con las demandas del aprendizaje en entornos formales. Estas dificultades pueden representar un desafío significativo tanto para el niño como para los educadores, ya que pueden interferir con el proceso de aprendizaje y el rendimiento académico
Características del TDAH:
- Conducta hiperactiva y falta de control
- Conducta impulsiva
- Desorganización y falta de autonomía
- Deficiencia en el control de las emociones
- Problemas de rendimiento académico
Consecuencias del TDAH:
- Dificultad en aprender y recordar lo aprendido
- Dificultad de la comprensión y fluidez lectora
- Fracaso escolar
- Dificultad en la resolución de problemas matemáticos
- Dificultad en las relaciones sociales